Comer es una necesidad básica del cuerpo humano, pero en muchas ocasiones, no siempre responde a una necesidad fisiológica. Diferenciar entre el hambre física y el hambre emocional puede ser un paso importante para tomar decisiones más conscientes sobre lo que comemos y cómo nos sentimos.

El hambre física aparece de forma gradual, y suele ir acompañada de señales corporales claras: el estómago suena, hay una sensación de vacío o baja energía. Suele satisfacerse con cualquier tipo de alimento y, al comer, la sensación de saciedad llega de manera natural.

El hambre emocional, en cambio, puede surgir de manera repentina. A menudo está vinculada con estados de ánimo como el estrés, la ansiedad, el aburrimiento o la tristeza. En estos casos, la necesidad de comer no se debe a una carencia nutricional, sino a la búsqueda de alivio o consuelo. Por lo general, se antojan alimentos específicos, como dulces, snacks o comida reconfortante.

Reconocer esta diferencia puede ayudarnos a conectar mejor con nuestras emociones y evitar caer en hábitos alimenticios impulsivos. Si identificas que comes por ansiedad o por emociones difíciles, una opción saludable puede ser detenerte un momento, respirar, hidratarte o realizar alguna actividad que te ayude a gestionar ese estado emocional.

En LIFE180 creemos en el equilibrio y en escuchar al cuerpo. El bienestar integral también pasa por cultivar una relación sana con la comida y con uno mismo. Apoyarse en una rutina de descanso, actividad física y buena nutrición puede ser un gran aliado para tomar decisiones más conscientes.